El autor Yukl menciona que los formatos uno a uno, tales como el Coaching (o mentoring), son considerados como una “forma desarrolladora” de liderazgo (Yukl, 2002) que puede complementar a los otros dos formatos formales de desarrollo (programas de adiestramiento y actividades de auto-desarrollo). El coaching puede ser concebido como un esquema relacional de liderazgo uno a uno, no formal, que contribuye a la transformación, el desarrollo y la efectividad personal. Esta realidad devela el rol del coaching en el proceso total de desarrollo de liderazgo y su contribución ante condiciones interpersonales y organizacionales tales como la participación voluntaria, la gerencia de factores democráticos, y los grados de formalidad (Yukl, 2002).
El coaching bien conducido puede servir como una herramienta transformacional, sobre todo si se infusiona a la cultura organizacional. Esto se logra ya que ayuda a: lograr insights poderosos (a través de preguntas intencionales y retadoras), generar una visión periférica de asuntos, facilitar la innovación, y desatar la renovación constante dentro de la organización. Como consecuencia de las mejorías relacionales antes mencionadas, los líderes influyen, guían y dirigen más efectivamente las interacciones con sus seguidores.
Yukl, G. (2002) Leadership in Organizations. 5th edition. Upper Saddle River, NY. Prentice Hall.